Como podría pasar inadvertido, con su
traje blanco y sus calcetines rosas, eso es imposible para él. Karim Rashid nació
en Egipto, creció en Inglaterra y se formó profesionalmente en Canadá, como
resultado de la mezcla, un genio de los objetos sencillos.
Así podría ser denominado este diseñador industrial, que desde luego es de los más prolíficos de su generación, creando más de 3.000 diseños. Materializa sus ideas con una singular personalidad, seguramente fruto de haber vivido en sociedades tan diferentes. No se le resiste ninguna propuesta que el mercado le demande, ha diseñado iluminación, para marcas como Artemide, un Smartphone para Sony y hasta un biberón que se calienta solo, también se enfrían solas las botellas en el Globalight, un enfriador alucinante, tanto como su precio que ronda los 2.800 €.
En el apartado del mobiliario y el
diseño de interiores su trabajo es espectacular, como enamorado del plástico
(lo considera el símbolo del siglo XXI) cree que este material democratiza el
diseño. Su fascinación por las formas orgánicas y los colores intensos son
características que identifican su producción.
Como muestra este mueble único
diseñado para dos amantes que se sientan el uno contra el otro, realizado en de
fibra de vidrio con un pedestal cromado en Italia y puede ser comprado por 10.000
euros. Sólo se han producido 120 unidades.
Para el la funcionalidad es esencial, y así diseña las bellas formas de la colección de Ottawa, que ha creado para BoConcept, funcionalidad y minimalismo sensual que ha ganado el premio Red Dot así como el premio Good Design TM por la mesa y la silla.
Define su trabajo como minimalismo sensual o sensualismo y bajo esa premisa diseña su propia casa, con un original y colorido estilo, fresca y moderna. Todo es brillante, nuevo y optimista.
Su trabajo es fluido, suave, ecológico y humano.
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